domingo, 9 de junio de 2013

Salvemos nuestros hijos/hijas. A la Violencia, un ¡Pare!


La Violencia carcome nuestro derecho de ser libres, nos roba la esencia, nos impide ser uno mismo. Es una plaga social que de no "exterminarla" oportunamente se propaga y afecta nuestros hijos e hijas y así continúa su transmisión de generación en generación...

Esto así porque los niños y niñas que crecen en ambientes violentos y viven la angustia de la madre maltratada (su temor, inseguridad, ansiedad y tristeza), crecen siendo inseguros, agresivos, temerosos, tristes...Insanos mentales. Llegan muchas veces a sentir equivocadamente que son los culpables de provocar los actos violentos de los que son testigos, tal y como sucede con la madre. Y es que eso aprenden, crecen con el discurso del maltratador que los culpa y responsabiliza de sus reacciones violentas.

Paradójicamente, muchas veces las mujeres se quedan en la relación porque siguen pensando que lo mejor que pueden dar a sus hijos es una familia, sin embargo, una familia en la que el "modus operandi" está basado en violencia, es una familia disfuncional en la que madre, hijos e hijas están sufriendo malos tratos con todas sus consecuencias.

Separar los niños/niñas de un ambiente de malos tratos no es privarlos de una familia, más allá, es darles la oportunidad de desarrollarse física y emocionalmente de manera sana. Es proveerles seguridad porque en los hogares que predomina la violencia física o psicológica, el temor de actuar, hablar y sentir es una constante para todos los miembros de la familia, sin distinción alguna. Solo se escucha la voz del que más alto grita y, contradecir a este, se convierte en la peor pesadilla porque es él quien siempre tiene la razón, los que están a su alrededor no piensan, no saben y no sirven para nada…

Estos niños y niñas, conforman su personalidad en función de la violencia y la toman como modelo para relacionarse con sus parejas cuando se convierten en adultos; y es que corren el riesgo de repetir los mismos patrones que aprendieron, ellos se convierten en multiplicadores de ambientes violentos, son agresores, perversos, controladores, manipuladores; y ellas, muchas veces, eligen un "verdugo", muy parecido al que tuvieron en casa...Esto es, cada uno interioriza los roles de maltratador y maltratada, como una forma "normal" de relacionarse porque obtuvieron el patrón de conducta de las personas que fungen como modelo y ejemplo en su proceso de formación, porque la violencia se aprende, no hay un gen que la transmite -no se hereda!  Ser violento es una decisión que responde a un mal aprendizaje.

 Entonces, ¿hace sentido afectar los hijos o hijas por no "privarlos" de una familia? 

Tenemos la libertad de elegir lo que queremos para nosotras mismas y para nuestros hijos, tenemos la libertad de decidir el vivir sin violencia, tenemos la responsabilidad de salvar los niños y niñas de la violencia…Luchemos sin descansar para evitar que el flagelo de la violencia siga desarrollándose.   

 

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