La Violencia
carcome nuestro derecho de ser libres, nos roba la esencia, nos impide ser uno
mismo. Es una plaga social que de no "exterminarla"
oportunamente se propaga y afecta nuestros hijos e hijas y así continúa su transmisión de generación en generación...
Esto así porque los
niños y niñas que crecen en ambientes violentos y viven la angustia de la madre
maltratada (su temor, inseguridad, ansiedad y tristeza), crecen siendo inseguros,
agresivos, temerosos, tristes...Insanos mentales. Llegan muchas veces a sentir
equivocadamente que son los culpables de provocar los actos violentos de los
que son testigos, tal y como sucede con la madre. Y es que eso aprenden, crecen
con el discurso del maltratador que los culpa y responsabiliza de sus
reacciones violentas.
Paradójicamente,
muchas veces las mujeres se quedan en la relación porque siguen pensando que lo
mejor que pueden dar a sus hijos es una familia, sin embargo, una familia en la
que el "modus operandi" está basado en violencia, es una familia
disfuncional en la que madre, hijos e hijas están sufriendo malos tratos con
todas sus consecuencias.
Separar los
niños/niñas de un ambiente de malos tratos no es privarlos de una familia, más
allá, es darles la oportunidad de desarrollarse física y emocionalmente de
manera sana. Es proveerles seguridad porque en los hogares que predomina la
violencia física o psicológica, el temor de actuar, hablar y sentir es una
constante para todos los miembros de la familia, sin distinción alguna. Solo se
escucha la voz del que más alto grita y, contradecir a este, se convierte en la
peor pesadilla porque es él quien siempre tiene la razón, los que están a su
alrededor no piensan, no saben y no sirven para nada…
Estos niños y
niñas, conforman su personalidad en función de la violencia y la toman como
modelo para relacionarse con sus parejas cuando se convierten en adultos; y es
que corren el riesgo de repetir los mismos patrones que aprendieron, ellos se
convierten en multiplicadores de ambientes violentos, son agresores, perversos,
controladores, manipuladores; y ellas, muchas veces, eligen un
"verdugo", muy parecido al que tuvieron en casa...Esto es, cada uno interioriza
los roles de maltratador y maltratada, como una forma "normal" de
relacionarse porque obtuvieron el patrón de conducta de las personas que fungen
como modelo y ejemplo en su proceso de formación, porque la violencia se
aprende, no hay un gen que la transmite -no se hereda! Ser violento es una decisión que responde a
un mal aprendizaje.
Entonces, ¿hace sentido afectar los hijos o hijas por no
"privarlos" de una familia?
Tenemos la libertad
de elegir lo que queremos para nosotras mismas y para nuestros hijos, tenemos
la libertad de decidir el vivir sin violencia, tenemos la responsabilidad de
salvar los niños y niñas de la violencia…Luchemos sin descansar para evitar que
el flagelo de la violencia siga desarrollándose.